Si alguien tenía alguna duda, ser detectorista no es siempre fácil. Puedes pasarte días y días sin descubrir nada interesante o que merezca la pena. Pero todo esto se compensa en cuando tu detector comienza a pitar, sacas la pala y desentierras por fin un objeto de gran valor.
Hoy, en el blog de Detectores de Metales, intetaremos transmitiros esta sensación indescriptible de haber sido el descubridor de algo que se creía perdido en el tiempo a través de tres historias que detectoristas de todo el mundo han compartido.
El anillo perdido
David es un detectorista de Jacksonville que ejerce su hobby favorito en las playas de esta localidad de Florida. Resignado a obtener como fruto de sus horas rastreando nada más que calderilla y chatarra, pero motivado como siempre, se dirigió a la arena para comenzar una larga jornada con su Explorer II. Como cada vez que su detector pitaba, se le aceleró el corazón. Sacó la pala y buscó el tesoro que tanto anhelaba, pero para su sorpresa lo que desenterró fue chatarra y una moneda. Cuando casi se había rendido, realizó un barrido por encima del agujero recién escarbado y, de nuevo, su detector le indicó que había algo más ahí abajo. Con los ojos como platos, David vio entre sus manos un anillo, que para su sorpresa tenía un diamante.
Pero la historia no acaba aquí. Una vez en su casa, David limpió el anillo y se lo enseñó a su mujer. Esta, intrigada, descubrió que se trataba de un anillo de Tiffany & Co., en concreto un de compromiso, y que contaba con un número de serie. Conscientes de cual era su deber, la pareja, que durante tanto tiempo había deseado obtener un tesoro digno de tanto esfuerzo y trabajo, publicó anuncios en los medios locales. Al ver que no recibían respuesta, contactaron directamente con empleados de Tiffany & Co. para que les ayudasen a encontrar a los propietarios originales del anillo, que lo perdieron hacía aproximadamente un año. Lógicamente, los propietarios no tenían palabras que agradecer la honestidad de esta pareja de Jacksonville, y esta conmovedora historia incluso tuvo eco en los noticiarios locales. ¡Gracias David por ser todo un ejemplo de las mejores cualidades que debe encarnar un detectorista: Entrega, esfuerzo y honestidad!
Aquí os dejo la historia original para que leáis las propias palabras de David: http://www.minelab.com/emea/consumer/success-stories/tiffany-co-diamond-engagement-ring-found-in-ocean-searched-found-owners
Historia y detectores
Nuestro siguiente detectorista es un veterano del rastreo de metales llamado Don. Don, tras pasarse varios días en casa debido al mal tiempo, decide pasearse por sus lugares favoritos que, a pesar de haberlos repasado millones de veces siempre le dan resultado. Aguantando las inclemencias meteorológicas propias del invierno, chapotea durante horas en el barro para encontrar varias monedas bastante curiosas. Cansado y empapado, decido volver a casa con el escaso pero apreciado tesoro que ha obtenido.
Cansado y empapado, si, pero no satisfecho. Después de tanto tiempo sin poder ir de caza, decide alargar la jornada rastreando en su propia finca, deseando que las lluvias hubiesen removido la tierra lo suficiente para encontrar algo. Sorprendido escucha como su detector comienza a emitir lecturas de cobre alrededor de los 25 centímetros de profundidad. Las señales no eran propias de chatarra enterrada, así que Don comenzó a excavar para que su pinpointer le ayudase a obtener la guinda a un lluvioso día de caza. Cuando llevaba 10 centímetros, su pinpointer al fin detectó algo. Ávido de saber que era, pero con sumo cuidado para no dañar el objeto, cavó un poco más hasta que tuvo entre sus manos dos puntas de lanza de cobre cubiertas de pátina, totalmente intactas.
Todavía sin creerlo, Don llevó a cabo una exhaustiva investigación histórica que le llevó a la conclusión de que se trataban de dos puntas de lanza de más de 2500 años de antigüedad, propias de los pobladores prehistóricos que habitaron la zona hace miles de años. La valiosa lección aprendida, en palabras de Don, es la de no rendirse nunca, por muy profunda que sea la señal, porque merecerá la pena la perseverancia. Toda una aventura que demuestra lo importante que es seguir siempre adelante a pesar de que no sea fácil en muchas ocasiones.
Si queréis leer la historia original, aquí os la dejo: http://www.minelab.com/emea/consumer/success-stories/2-500-year-old-copper-spear-point
La fortuna hay que buscarla
Shane es un detectorista que se ha incorporado recientemente a las filas de los aficionados al rastreo de metales. Como todo comienzo, no fue fácil empezar. Horas y horas pateándose los campos en busca de esa sensación indescriptible de encontrar algo, bajo la heladora lluvia o el agobiante calor del sol, aún no habían dado los frutos que corresponde a semejante esfuerzo.
Hasta que un día Shane decidió cazar alrededor del colegio de su localidad a ver si esta vez daba con algo. Dos horas y apenas dos monedas de calderilla después, Shane aprovecha que la luz del día empieza a declinar y apaga su detector para dirigirse hacia su coche. O eso creyó el, porque su detector comenzó a señalar la presencia de un objeto a apenas 10 centímetros bajo el suelo. Para mayor sopresa de Shane, el objeto que desenterró era un precioso anillo de plata de la fundación de Futuros Agricultores de América (Future Farmers of America fundation o simplemente FFA). Esta maravillosa casualidad nos recuerda que la suerte no se tiene, se busca y se trabaja día a día con esfuerzo y entrega.
Esperamos que estas historias sirvan de motivación y ejemplo a todos vosotros y que hayáis disfrutado con su lectura. Recordad pasaros por nuestra página de Facebook o seguirnos en Twitter para más noticias similares a estas, así como concursos e intercambio de opiniones y consejos.
¡Un cordial saludo de parte de Detectores de Metales a todos vosotros!
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