En Australia, siglo y medio después de la fiebre del oro, un detectorista aficionado que quiere seguir conservando su  anonimato, encuentra una “pepita” de oro de 5kg (Sí, si, 5kg). La pepita tiene forma de “Y”, y su valor ronda los 500.000 dólares (unos 386,226 euros), debido a su forma extraña y su gran tamaño.

Cordell Kent, dueño de Ballarat Mining Exchange Gold, una tienda especializada en compraventa de oro adonde el detectorista se apresuró a llevar su hallazgo, comentaba lo siguiente:

“Es un descubrimiento que da esperanza a la gente. Es mi sueño encontrar algo así, y llevo muchos años dedicándome a la prospección de oro”, dice Kent, quien admite que no recuerda que hayan encontrado en la zona pepitas de oro con un tamaño superior a los 2,8 kg.

“No tengo ninguna duda de que habrá mucha gente entusiasmada con la búsqueda de oro de nuevo”, sostuvo. “No hay nada como extraer dinero de la tierra, es muy divertido”.

 

¿Qué os parece la noticia? ¿Qué haríais tras encontrar un tesoro de este calibre?

Hace un par de años, a orillas del río Támesis, un hombre dotado con un detector de metales encontró una moneda de lo más sexy.

Se trataba de una moneda utilizada en la antigua Roma, en una de sus caras se puede apreciar a una pareja durante el acto sexual,  y en la otra cara,  aparece el número XIV.

Se cree que antiguamente,  era el sueldo equivalente a un día de trabajo de un obrero en el siglo I d. C y era utilizada en los burdeles de la zona.

La moneda  ha sido donada al Museo de Londres, donde posteriormente, se exhibió.

La conservadora Caroline McDonald dijo:

“Este es el único ejemplo de su tipo que se encuentra en Gran Bretaña. Cuando nos dimos cuenta que era una imagen atrevida tuvimos un poco de risa, pero también hay una historia triste detrás de ella, dado que las prostitutas eran esclavas. Y esto tiene resonancia con el Londres moderno de hoy en día, porque la gente todavía se vende en el comercio sexual”.

¿Qué opináis detectoristas? ¡Un saludo!

El artista alemán Michael Sailstorfer con motivo del Festival de las Artes de Folkestone (Inglaterra), ha enterrando 30 piezas de oro numeradas en la arena de la playa. El total del oro es valorado en 12.000 euros.

Miles de personas se han lanzado a la búsqueda de estas barritas de oro, ya que son de un tamaño pequeño, pero de buen valor. También habrían sido enterradas gran cantidad de arandelas de metal para despistar a los que usen detectores de metales.

Cualquier persona que encuentre una de estas barras, puede quedársela para venderla, o bien, conservarla si quiere.

¿Qué opináis detectoristas? ¿Os lanzaríais a esta fiebre del oro?

El pasado 26 de Agosto, la Guardia Civil sorprendió a dos detectoristas expoliando el yacimiento arqueológico de Huéscar (Granada), al que habían acudido sin permiso y en busca de monedas antiguas.

El Seprona había reforzado la vigilancia apenas unos días atrás, debido al hallazgo de varios agujeros de recientes excavaciones.

La Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía exige que el uso de detectores de metales u otras herramientas para localizar restos arqueológicos debe ser autorizado previamente por la Consejería de Cultura y que cualquier descubrimiento debe comunicarse en un plazo máximo de 24 horas.

Ambos entregaron las piezas que habían encontrado en el yacimiento y ahora esta abierta una investigación por si pueden haber causado daños, ya que sería un delito.

Os recomendamos desde aquí que miréis siempre la legislación vigente de la zona.

http://detectormetales.es/es/content/8-legislacion

¡Un saludo detectoristas!

Todos hemos perdido monedas, anillos, collares en la playa… pero ¿Qué pasa después con lo que perdemos?.

Todos los días de verano, Baltazar Herrera y Apolinar Dzul se encargan de encontrar todos nuestros tesoros perdidos por tierra y mar.

En una entrevista realizada, Baltazar nos contaba:

“El mejor día para buscar oro son los lunes, pues el domingo llegan paseantes que recorren la playa y se meten al mar, así que son muchos los que extravían alguna sortija, arete, “soguilla”, pulsera y monedas”.

Baltazar cuenta con un detector especializado en la búsqueda de metales en el agua, el cual llegó a costar  $16,000, unos 12,000€. Dinero más que recuperado con lo que ha encontrado.

Apolinar Dzul tiene un equipo de tierra, con el que va recorriendo la playa diariamente, aunque no siempre encuentra lo que busca, muchas veces tan solo encuentra tapas de refresco.

¿Qué os parece detectoristas? ¿Cuál es el mayor tesoro que habéis encontrado en las playas?